June 30, 2020 – Las estatuas de San Junípero Serra merecen permanecer
The Washington Post
PDF English
https://www.washingtonpost.com/opinions/2020/06/30/statues-saint-junpero-serra-deserve-stay/
Página de opinión del Washington Post – 30 de junio de 2020
Las estatuas de San Junípero Serra merecen permanecer
Por Salvatore Joseph Cordileone
30 de junio del 2020
Salvatore Joseph Cordileone es el arzobispo de San Francisco.
Para los manifestantes que derribaron su estatua en Los Ángeles este mes, el sacerdote, fraile y santo Junípero Serra representa “el odio, la intolerancia y la colonización”, como dijo un activista.
Nada habría entristecido más a Serra, porque el hombre real, era un profundo amante de todas las personas y especialmente de los pueblos indígenas a los que llegó a servir.
Vistos a través de la lente del presente, muchos héroes de la historia pueden parecer indignos de sus pedestales. Pero algunos, como Serra, siguen mereciendo nuestra estima.
Entonces, ¿quién es Junípero Serra?
Ante todo, Serra representa el verdadero espíritu de una Iglesia identificada con los pobres y los marginados. Dejó su hogar, su familia, sus beneficios como profesor de filosofía para ofrecer lo mejor que tenía a los californianos: la noticia de que Dios mismo les amaba lo suficiente como para enviar a su Hijo único a morir en una cruz para redimirles. San Junípero Serra es “el Apóstol de California”.
San Junípero Serra intervino repetidamente por misericordia en favor de los rebeldes indígenas contra las autoridades españolas. Es famosa su caminata a la Ciudad de México con una dolorosa pierna ulcerada para obtener la autoridad para disciplinar a los militares que abusaban de los indígenas. Luego regresó caminando.
Su legado perdura. Las 21 misiones fundadas por Serra y sus hermanos franciscanos son las estructuras más antiguas del estado y uno de los monumentos históricos más visitados. Las iglesias son un signo físico del respeto de la Iglesia Católica por las culturas locales, enriquecidas y transformadas por el amor de Jesucristo. La arquitectura de las misiones es ampliamente copiada precisamente porque su innovación habla de forma tan llamativa de la cultura del suroeste.
No se puede negar que los nativos americanos de California sufrieron graves violaciones de los derechos humanos. Sufrieron agravios durante las tres épocas: la colonización española (conocida como la era de las Misiones), la secularización mexicana y la era americana.
Pero Serra no debería cargar con el peso de todo lo que salió mal y de todos los que lo hicieron mal. Si lo miráramos con ojos claros, veríamos a Serra como uno de los primeros defensores americanos de los derechos humanos de los pueblos indígenas, un hombre que protestó contra ls abusos policiales de las autoridades gubernamentales.
Las muertes que se produjeron durante la época de la Misión fueron principalmente por enfermedad. La devastación mayor y más deliberada se produjo más tarde, cuando los gobiernos seculares tomaron el control. Como escribe el historiador de la UCLA Benjamin Madley en su libro “Genocidio Americano”: “Asesinatos y masacres que llenaron los archivos”.
Como declaró el historiador de la Universidad de Santa Clara Robert Senkewicz al National Catholic Reporter: “Sabemos lo que ocurrió cuando los grupos religiosos no estaban presentes para intentar proteger a los pueblos nativos”. El genocidio de los pueblos nativos ocurrió principalmente durante la fiebre del oro, señala, “cuando los estadounidenses ofrecieron recompensas por las cabelleras de los indios y los pueblos nativos del norte de California fueron brutalmente diezmados y oprimidos.”
La historia no suele ser amable con los héroes. George Washington se sacrificó para fundar un gran país. También tuvo esclavos que sólo liberó a su muerte. Leland Stanford, fundador de una gran universidad, fue abolicionista pero también continuó con políticas genocidas contra los indios. Haight-Ashbury, el símbolo del amor libre en San Francisco, lleva el nombre de Henry Haight, que en 1867 calificó a los chinos de “raza servil, afeminada e inferior” que “contaminaría y profanaría” el patrimonio democrático de los estadounidenses. Fue elegido gobernador de California por una amplia mayoría.
Todavía no somos una nación a la altura de nuestro credo fundacional de libertad y justicia para todos. Podemos y debemos hacerlo mejor. Precisamente por eso debemos mirar a San Junípero Serra como inspiración de virtudes heroicas y como emblema de la diversidad estadounidense. Suyo es el camino hacia la paz, la igualdad y la justicia racial.
El primer santo hispanoamericano, es también el primer santo canonizado en suelo estadounidense y por el primer Papa de las Américas. En la ceremonia de canonización, el Papa Francisco dijo que San Junípero Serra representa una voluntad intrépida de comprometerse unos con otros con el amor de Cristo: “Aprendió a hacer nacer y alimentar la vida de Dios en los rostros de todos los que encontró; los hizo sus hermanos y hermanas”.
El padre Junípero Serra murió como una figura muy querida, llorada tanto por los indígenas como por los españoles: un símbolo de reconciliación, de esperanza y del profundo amor que sentía hacia las personas a las que se esforzaba por servir. Su vida nos recuerda un principio básico de la fe católica: que el espíritu de pobreza, servicio y sencillez es el camino hacia la paz.