Voluntarios se unen para ayudar a crear la alegría navideña para presos y sus familias

Por Melissa Vlach

“Cada persona necesita un mensaje o… palabras inspiradoras a veces. De eso se trata esto para mí.”

Estas fueron las palabras de Dwight Robinson, un voluntario con el proyecto de tarjetas de Navidad del ministerio de Justicia Restaurativa.

Llevando a cabo la tradición anual, los voluntarios se unieron por dos días para preparar cientos de bolsas de regalitos para las personas en las cárceles de San Francisco. Este proyecto, organizado por el ministerio de Justicia Restaurativa, es un esfuerzo para llevar un poco de alegría a las cárceles durante la temporada de Navidad.

Algunos voluntarios que se juntaron el 12 y 13 de diciembre habían estado involucrados con el ministerio de Justicia Restaurativa anteriormente, mientras otras participaron para la primera vez. Todos compartieron que querían hacer algo para los demás.

Maria Harris, quien ha participado en las obras de Justicia Restaurativa por varios años, dijo que fue parte del proyecto “porque me encanta ayudar a la gente. Le gente es mi alegría. En cada persona, Jesús está.”

“Ojalá que lleve la alegría a los prisioneros,” dijo Ellen Pendergast, quien vino con una amiga. Esta fue su primera experiencia con el ministerio de Justicia Restaurativa.

Acompañados por los sonidos festivos de villancicos, los voluntarios ordenaron las donaciones de tarjetas de Navidad en blanco para ser dados a las personas en las cárceles. Se pueden enviar estas tarjetas con mensajes navideños a sus seres amados. Los sellos están provistos por el departamento del alguacil de San Francisco.

“Espero… que las utilicen para contactar a alguien en su familia o círculo de amigos, y a veces eso es una ofrenda de paz para sanar algo que estaba roto entre amigos, entre familia,” dijo Connie D’Aura, una feligresa de la parroquia St. Stephen.

D’Aura ha comenzado a involucrarse más con Justicia Restaurativa durante el último año después de ver invitaciones para ayudar en varios boletines.

“El año pasado doné tarjetas… entonces este año fue bueno dar el siguiente paso y ser parte de ensamblarlas y ahora entregarlas,” comentó.

Además de las tarjetas en blanco, cada bolso de regalitos incluyó una bolsa de Sabritas, unas galletas y una barra de cereales como algo especial para los hombres y mujeres en la cárcel. Los voluntarios también tomaron el tiempo para escribir notas inspiradoras para cada persona, algunas en inglés y algunas en español. Estos fueron añadidos a las tarjetas hechas a mano por las estudiantes en los programas de educación religiosa de la parroquia St. Mark en Belmont, quienes habían escritos sus propios mensajes de apoyo y ánimo.

 “Mensajes de esperanza, paz y amor con esta actividad no son solamente para las personas en custodia en las cárceles, sino para todos nosotros,” dijo Julio Escobar, coordinador de Justicia Restaurativa, “para recordarnos que la esperanza, la paz y el amor empiezan con cada uno de nosotros, ya en o afuera de la cárcel.”

El grupo de voluntarios también recibió una visita del Arzobispo Salvatore J. Cordileone durante el proyecto. Él pasó para ver el proyecto y agradecerles por su trabajo.

Después de horas de esfuerzo por este equipo dedicado, más o menos 800 bolsas fueron preparadas. Algunos voluntarios fueron dos días después para entregarlas a las personas en las cárceles

Para Anthony D’Aura, el hijo de Connie, esta fue su segunda experiencia yendo a las cárceles. Ayudó a entregar las comidas del Día de Acción de Gracias en noviembre con el equipo de Justicia Restaurativa. “Definitivamente estaba preocupada sobre cómo los presos reaccionarían cuando me vieron,” reflexionó sobre la experiencia, “pero entonces cuando empecé a servirles todos fueron muy amables y muy agradecidos para recibir la comida. Así que fue muy conmovedor.”

Espera seguir con este trabajo ya que sabe más de estas actividades. “Pienso que ayuda a reparar la imagen de los encarcelados… a los ojos del público general,” comentó.

Yolanda Robinson, coordinadora de servicios religiosas para el departamento del aguacil de San Francisco, les agradeció por hacer el proyecto un éxito. Ella y su equipo planearon volver después de unos días para recoger y enviar las tarjetas a las amistades y seres queridos de los presos.

Connie D’Aura reflexionó sobre el valor del proyecto para ella, diciendo, “Cada persona es un regalo de Dios y tiene esa dignidad para respetar y alimentar.”

De su parte, Harris esperaba que a través del proyecto “todos los presos alcen sus ojos a Dios, porque todos somos la creación de Dios y necesitamos vivir en paz y amor y harmonía, sin violencia con nadie.”

Aunque no podía ir a las cárceles para entregar las tarjetas, aseguró que no había terminado con su trabajo. “Oraré por cada persona que recibirá esas bolsas.”